lunes, 13 de noviembre de 2017

Depresiones

Si pudiera describirte diría que eres un maldito agujero
Un espacio vacío en el cual me he hundido poco a poco sin darme cuenta
aquí no soy nadie, no soy nada
mendigo de amor y de cariño hasta de mi propia alma
El tiempo pasa sobre mi, por más que implore que se detenga
Y mis lágrimas sin motivo alguno insisten en mostrarse.
El amor de ella me es apartado, quizás sólo en mi cabeza significaba algo.
El amor de ella me es negado, tal vez es cierto lo que dicen, no esperar nada de nadie.
¿Y el alcohol? El alcohol no ayuda. Tan sólo atonta y calma momentáneamente, además de dejar dolores de cabeza al final.
Mis deseos carnales me traicionan, me empujan a buscar satisfacción a como dé lugar, 
me incitan a dejar de aguantar mis ganas y a excusarme en ecuaciones básicas de necesidades mutuas.
Sin embargo, con la poca razón de mi cabeza, sé que sería el mismo efecto del alcohol.
¿Entonces qué hacer con un espíritu atribulado?
Callar
Esperar
¿Morir acaso?
Pero no muerte física sino interior.
Como una fruta madura por fuera pero podrida por dentro.
Como un cuerpo vivo con el alma inerte.
Al final sólo queda seguir caminando y tratar de encontrar la respuesta.
Sobrevivir un día tras otro soportando las embestidas de la depresión
Vivir dormido.
Esclavo del sufrimiento.
Un día a la vez...