viernes, 22 de julio de 2011

Mamá, Agatha tuvo un sueño

III

Siento que conozco esa voz. En lo más hondo de mi memoria escarbo hasta más no poder sin embargo no encuentro ninguna coincidencia. El miedo, mezclado con la exaltación que he sufrido debido a estos extraños acontecimientos, han mermado mis recuerdos. Mi mente se encuentra en blanco, y prefiero que siga así porque de lo contrario estaría cayendo de nuevo en ese maldito carrusel de malos recuerdos, de mi padre, del accidente...ahora mismo pienso también en el hecho de que bien pude haber hecho algo más por mi vida, por mi felicidad.

Ya no escucho nada, pero en mi posición, la calma no logra mostrarme nada alentador. Por el contrario sigo esperando a que pase nuevamente algo aterrador que me siga demostrando que estoy aún dormida y que esto es una pesadilla más. ¡Es curioso que haga tanto frío en esta madrugada! No logro calentarme aún teniendo toda mi cobija sobre mi cuerpo y mi rostro. ¡Quizás parezca una momia! Pero sigo sin tener interés en ver nada que se encuentre fuera de esta oscuridad azul grisácea que me da mi cobija. Ya es suficiente con ver el resplandor de las luces de los autos pasando al doblar la esquina. Sigo preguntándome porqué habrá tanto movimiento a esta hora de la madrugada.

Saqué lentamente mi brazo de mi encierro y busco con mi mano el reloj despertador que se encuentra en la pequeña mesita de noche del lado izquierdo de mi cama. Con dificultad logro sentir su forma. Hay muchos objetos tirados sobre la mesa que me hacen imaginar la clase de desorden que impera en mi cuarto. Claro! en lo último que podría pensar en mi estado es en poner orden a mis cosas, aunque asumo que cuando por fin despierte tendré que soportar las típicas habladas de mi madre al respecto. ¡Qué desgracia! ¡Mi reloj se detuvo! Y para mi desgracia la hora que me muestra con su luz roja parpadeante es a la que temo: "3:15a.m." El constante parpadeo me martiriza como si alguien quisiera hacer énfasis en que yo recuerde y tenga muy presente esa hora. Lo peor estaba por venir cuando un escalofrío nuevamente recorrió mi piel erizada del frío y me permitió percatarme que mi reloj despertador estaba desconectado y sin baterías adentro... ¡y continuaba parpadeando!! Como si fuera un sartén caliente en mis manos lo arrojé súbitamente lejos de mí y me tapé de nuevo con mi cobija. Escuché como se hizo añicos contra el suelo y muchas de sus partes rodaron debajo de mi cama y se extendieron por toda mi habitación. En este momento mis fuerzas volvieron a flaquear y me ataqué a llorar como una niña pequeña que sólo ruega por ver a su madre. En este momento necesito ser esa niña pequeña y que mi madre esté aquí conmigo. La he llamado ya varias veces y no me responde. ¡¡Mamá!!-le grito- ¡Mamá!! !!Mamá, mamá, mamá, mamá, mamá, mamá!!!... ¡aunque sea ven por mi ayuda solo para reprocharme porqué te grito tanto y no te dejo dormir a estas horas de la noche!...pero ven...¡por favor! ¡por favor, mamá, ven!...
...
...
...
-MAMÁ. AGATHA TUVO UN SUEÑO.
-¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHGGGGGGGGGGGG!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
!!El maldito mocoso ha aparecido de pronto nuevamente al lado de mi cama y me ha dado un susto tan grande que me ha dificultado enormemente la respiración!! No dejo de toser. Mi garganta se ha vuelto totalmente seca y raspada con cada sorbo de saliva que intento tragar para recuperar mi cordura. Siento que mis ojos se me salen de sus órbitas y las lágrimas corren a borbotones por todo mi rostro. ¡¡Creo que me voy a ahogar!! Todo mi cuerpo se encuentra tenso del esfuerzo que hago por evitar ahogarme con mi propia saliva y mis lágrimas. Creo que me estoy muriendo, porque recuerdo muy bien que muchas personas cuentan que al estar en su lecho de muerte ven su vida pasar en segundos. Yo veo todo claramente, pero no es mi vida...es el accidente. Me veo en el carro, a mi derecha está el mocoso y mis padres adelante peleando como siempre. Mi ventana está totalmente cubierta por un torrencial aguacero que cae afuera, casi no distingo por donde vamos, solo sé que vamos por la autopista porque acabo de vislumbrar el logotipo amarillo y brillante de un restaurante de comida rápida. Siguen peleando y comienzo a inquietarme. Y como siempre, aún en mis pesadillas, escucho la maldita canción de mi padre repitiéndose una y otra y otra vez, solo que esta vez hay algo que no entiendo; escucho que la música empieza a tomar un ritmo cada vez más lento, como si la cinta se estuviera atascando en el reproductor. Ya es suficiente con el sonido macabro que emite, pero además se agrega el escalofriante sonido agudo de la cinta enredándose en las cabezas del equipo y miro cómo comienza a salirse de la casetera como si fuese un vómito escurriéndose por todo el piso del auto. Lo que más me ha dejado impactada es ver que de pronto, como si fuese un carbón rociado con alcohol, la cinta empieza a arder en un fuego rojo vivo que me ha de petrificado por completo.

He vuelto a respirar. Y las imágenes han desaparecido de repente. Ya no sé distinguir entre la realidad y las pesadillas tendiendo como ejemplo estas alucinaciones tan convincentes. Hubiera jurado que hasta podía sentir el calor de las llamas que consumían el carro. He destapado mi rostro ante la necesidad exagerada de sentir aire fresco de la estancia que me ayude a recuperarme del todo, y lo he visto ahí de nuevo, parado junto a mi cama, impávido, desorientado y sin pestañear siquiera; me sigue mirando, me mira y me siento intimidada. ¡No entiendo qué quieres de mí! No comprendo los motivos por los cuales siento que estoy pagando una condena infinita atada a mi cama repitiendo estos malditos recuerdos que lo único que hacen es llenarme de dolor y angustia, y no logro entender cómo te apareces y desapareces a tu gusto logrando confundirme aún más y velando por traer siempre a mi mente las experiencias más horrendas de mi vida con solo tu presencia. Eres como el cuervo del relato de Allan Poe y como el mismo diablo convertido en niño de la serie La profecía. ¿Es que acaso eres eso? ¿Un demonio? ¿Un ángel venido del mismo averno que se metió en mi casa y engatusó a mi padre haciéndolo caer en una infidelidad solo para que de una forma humana pudieras nacer entre nosotros? ¿Quíén eres niño? ¿Y porqué diantres me atormentas? Y como si nada de lo que he vivido me hubiera dejado estupefacta, el niño se dirigió a mí aún cuando pensaba que era imposible lo que estaba escuchando, y con una voz dulce, sincera e inocente se atrevió a preguntarme algo como si todo esto fuera un simple juego, y él no estuviera consciente de nada:
-¿Estás enojada conmigo?

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